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Ser fotógrafo es una actitud

Cuando comienzas haciendo fotografía no eres consciente, tienen que pasar muchos años hasta que comprendes la magnitud de lo que significa ser fotógrafo. Es una caja. Ser fotógrafo es ser el dueño de tus recuerdos. Ser capaz de recordar el momento en el que pulsaste el obturador, en el que el espejo subió y todo dejó de ser como era a ser como la fotografía quiso que fuera.

La fotografía no será un arte como muchos dicen. Es una vida. Es una historia. Cada fotografía que tomas con el corazón es una historia que queda perenne en tu vida. En un instante congelado entran tantos recuerdos que no eres capaz de entenderlo.

Una cosa es ver una fotografía y otra es ser fotógrafo. Un fotógrafo no ve una fotografía y se emociona porque sí, se emociona porque tiene sentido.

Por si no queda claro

Estas fotografías que se muestran en esta entrada del blog se tomaron en una casa que desaparecerá. Treintaiun años lleva en pie mi memoria, toda una vida que desaparece ante mi. Una fotografía es capaz de encapsular una infancia y hacerla añicos.

Añicos porque son años que desaparecen, porque son años que quedan relegados a esto que queda en pantalla, una fotografía.

Ser fotógrafo me ha dado pie a entender que los recuerdos son fugaces, que los perdemos. Pero una fotografía es meditación, cura el alma. Un alma rota por la pérdida, pero que quiere recuperar la gloria de sus mejores momentos. Una fotografía retroalimenta la mente, ceba de dopamina al cuerpo y mejora su comprensión.

Ahora entiendo. Ahora comprendo. Ahora caigo en la cuenta de que la vida se escapa y somos meros espectadores.

ITCANph

@itcanph

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