Rugiente la tormenta
Yo escuchaba aquello de que aunque avance rugiente la tormenta… feliz de un recuerdo me encontraría.
Desperté de un mal sueño hace un par de días. A tientas encontré las zapatillas y me puse a andar. Me di una vuelta por el parque. De esas que refrescan la mente. Recordé cómo era el sueño. En él, todos teníamos menos años y más inocencia. Pese a todo, conservo amistades sin madurar, que me recuerdan que aquéllos años no mueren, solamente cambian a su lugar correspondiente de nuestra nostalgia. Todo depende del enfoque con el que los quieras recordar.
Recuerdo es recurrente. Como un mal sueño. Y no vengo a hablar de mi libro porque no he escrito ninguno. Únicamente he tenido un sueño, y no quiero luchar por él. Ahora, despierto, camino por un parque abarrotado de animales nocturnos, que parece que se encuentren en una fiesta de verano, y yo con el pijama y las zapatillas de correr. Mira que dije que no me las pondría para algo que no fuera correr una maratón.
Ahora la fiesta de los animales se acaba, el humano vuelve a pisar su hábitat y lo mejor es correr a resguardarse. Despertamos de un mal sueño y volvemos a las andadas. Y no es que no recordemos lo mal soñado, sino que no nos enfrentamos a él, no vayamos a caer en su juego de tener que cambiar.
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