La siguiente ronda
Cómo una superstición puede hacerse real.
Así conocí a mi amigo, detrás de una barra; en este caso era la barra de un mostrador, desde la que se reía ante mi inocencia y mi querer agradar. Fue tajante su empeño, «vente, que al terminar el turno nos tomamos unas cervezas», frase lapidatoria donde las haya.
Y allí estaba la jefa, con una cerveza en la mano y un cigarrillo en la otra, esperando con una sonrisa cómplice a este estafador que tan rápido me había engañado para invitarme a la primera ronda. Este estafador, que no pretendía otra cosa que robarnos el corazón a todos, no sin antes llevarse una sonrisa y un buen pelotazo.
Nuestra jefa 4384 conocía, sobradamente, los poderes del que para entonces era únicamente mi compañero de trabajo, pero que más tarde se convertiría en el referente al que admirar cuando uno quisiera aspirar a ser quien debería ser.
Ella sabía que debía andarse con cuidado, pero que aun haciéndolo, terminaría a las 4 de la mañana, bailando como la que más, bajo los neones florencientes, (porque con ella todo florece) de una noche que pudo ser cualquiera. La siguiente ronda ya no serían cervezas, y eso también lo sabía.
Así forjamos una amistad, de esas que no necesitan ser regadas, pueden permanecer en barbecho un par de inviernos. Ambos sabemos que serán ampliamente complacidas con las cervezas el día del trabajador.
A veces los destinos son caprichosos y no puedes llegar a ellos en línea recta. De ser así la vida sería mucho más aburrida.
Porque entre cervezas está la noche. Y entre la noche y el día siguiente hay una línea, que si bien estos dos borrachos saben que existe, pierden la noción de su significado o la dan por ignorada una vez llegan a ella.
La casualidad hace de nuestra vida algo impredecible, pero a la vez reconfortante. Porque siempre acaba llevándote a donde mereces.
Se acaban las cervezas pero en la barra ya preparan el siguiente doble.
Y así es como se forjan los destinos, entre caminos que siguen su propio libre albedrío. Caminos que te hacen coincidir con personas de destinos distintos al tuyo, pero que siempre caminarán a tu lado y te invitarán a lo que ellos consideran la última ronda, pero tú siempre sabrás que en la barra ya preparan la siguiente.